Cuando los muertos caminen ¿a donde iras a esconderte?
Ellos van por ti Barbara.

martes, 28 de julio de 2009

Lo que pasó después en México: Paco y Los zombies (II)

El primer disparo rozó la oreja del que hasta hace no mucho era un niño apodado El Memo, El Chico y Paco decidieron sacarlo de la cisterna y matarlo afuera, pero a Chico se le ocurrió que el ruido de la pistola podría atraer a "los luros", forma en que decidieron apodarlos en franca referencia a una banda de drogadigtos que hasta hace unas dos semana se paseaban por la caleta respirando "activo", decidieron llevarlo a la playa cerca de los despeñaderos donde el ruido del mar al entrar la ola es ensordecedor, pero resultó algo totalmente estúpido, pues un grupo de Luros aparecieron casi de inmediato debido al eco producido por la forma de los despeñaderos, tuvieron que dejar a Memo atado en el suelo, días después salieron de escondite sólo para darse cuenta que Memo los estaba esperando afuera.

Se abalanzó sobre ellos, pero gracias al nudo que le hizo Chico en las manos que permanecían aferradas al tronco de su cuerpo, calló abruptamente, descubriendo que las criaturas no olvidan lugares que habitaron en vida, algo que podría salvarles el pellejo posteriormente, pues al parecer, los Luros siempre regresan a sus casa donde permanecen un tiempo ocultos, el peor lugar donde buscar provisiones.

Notaron además que la luz del Sol molesta a los Luros haciendo que busquen la protección de los edificios.

Chico sabía a su corta edad manejar un arma y en el segundo intento lo llevaron a una playa cercana donde le disparó en la cabeza al pobre infeliz, la impresión fue tal que corrieron a esconderse varios días en la cisterna.

Al salir Memo seguía allí retorciéndose con un hoyo de bala que horadaba su cabeza, pero no había muerto, le dispararon varias veces presas del morbo y dado una semana que lograban esconderse de los Luros el Memo seguía retorciéndose y supurando una sustancia que le cicatrizaba los hoyos de balas.

Decidieron por fin prenderle fuego, pero la tarea fue difícil, al principio usaron varios periódicos pero no se quemó, sin embargo la cuerda de las piernas se carbonizó dejándolo libre, pasaron mucho tiempo arrastrando al muchacho hasta que alcanzaron otra soga.

Los luros no mueren, incluso si les vuelas la cabeza, se siguen moviendo, si no le cortas la cabeza supuran una sustancia que arregla los daños que sufra su cuerpo, Chico fue el primero en ver como le empezó a crecer un ojo donde la primera vez la bala le había atravesado.

Amarrado con un alambre en la mañana del día 7 de Julio a Memo lo quemaron vertiendo el contenido de un bidón de combustible, tardó en quemarse más de media hora hasta que su cuerpo era únicamente carbón.

Paco tomó el hombro de Chico y se retiraron, durante ese día se limitaron a limpiar la cisterna y sacar los cubos llenos de mierda y orín que durante días se fueron acumulando, sólo la dura vida de un niño de la calle conoce esos límites donde otros habrían muerto presas del asco, buscando entre los hoteles de la zona encontraron un par de baños portátiles y algunas chucherías, pilas, lamparas, garrafones de agua, refrescos, varias parrillas inservibles sin electricidad, hasta que encontraron en una camioneta abierta una parrilla solar.

Chico sabía leer y pronto supo como desinfectar el agua con radiación del Sol, mientras Paco pescaba cualquier pez que hincara el diente, La cisterna estaba llena de objetos que le daban una apariencia diferente, habían metido todo lo que podía entrar por la boca de la trampilla.

Pusieron los tapetes de las entradas de los hoteles como piso, conectaron el aire acondicionado que Chico quitó un Trailer gringo y conectó a la batería que consiguieron de un automovil estrellado que removieron con dificultad, y que luego mejorarían adquiriendo varias en un taller de autos cercano abandonado, como todo el puerto y la ciudad circundante, salvo por los Luros que ya no se acercaban a las playas, aunque en las noches podían observar algunos desde los techos de los edificios altos.

Los dos niños ya habían elegido un hotel que no fue atacado por los Luros, ni los saqueadores, pero una vez se aseguraron de que nadie había ingresado, con pintura roja acrílica que encontraron en los sótanos, pintaron las paredes del recibidor con manchas para que pareciera sangre, aunque cuando notaron que no coincidía con el color de otros hoteles atacados, imitaron lo mejor que pudieron el color y textura de las manchas de sangre.

Así cuando los primeros saqueadores llegaron a los hoteles provenientes del norte, todos sin excepción abandonaban sus intentos, fueron llevando la comida a la Cisterna y removieron las armas, porque a Chico se le ocurrió que cualquiera podría usar esas armas para allanar los edificios.

Mantuvieron la maleza de la cisterna a cierta altura porque descubrieron que podría ser perjudicial que los sorprendiera un "Luro".

Todos esto preparativos increíbles para un pequeño, no impidieron que luego de quedarse a pasar el tiempo en un segundo piso del hotel un mes después de que las personas desaparecieran, que durante la llegada de un huracán que oscureció varios días los cielos, los chicos se vieron atrapados en la llamada "temporada de recolección" donde miles de luros se fueron reuniendo a lo largo de las calles y avenidas, miles, llegando desde todos los puntos cardinales corriendo, zarandeándose, se movían y acercaban a las casas, Chico le sugirió a Paco subir pisos más arriba desde donde pudieron darse cuenta del aterrador suceso.

Como cucarachas los miles de luros se precipitaban a las casas recorriendo sus patios arrancando las puertas a fuerza de cientos de individuos que en ocasiones tiraban bardas de ladrillos por el peso, personas que no afectadas por esta locura salían de sus casas y eran tomadas por las criaturas que las desaparecían entre la orgía de manos y ropa sucia oscurecida, Chico notó que la única casa cercana que no atacaban era una estética, donde se detenían al contemplar su reflejo en los espejos que rodeaban el lugar.

Aterrorizados, vieron como el sujeto que los había seguido para robarles la comida, con su tatuajes de pandilla en cada uno de sus brazos, guiaba a los Luros al lugar donde había escuchado a los tres niños arrastrarse y llego para su sorpresa el hombre que mordió al Memo, les indicó la localización de la trampilla, abriéndola de un tirón tres entraron, dos salieron... uno espera.

Los luros nunca olvidan.

Ellos habían notado que el edificio sin saquear estaba deshabitado, por eso lo ignoraron, así como muchos hoteles de aquellos lugares otros por el contrario, donde vieron al hombre que mordió a Memo, fue visitado por cientos de esos monstruos, que para sorpresa de los chicos sacaron a un grupo de personas, uno de ellos era una mujer americana que gritaba a parecer de Paco una frase inentendible: "estop yonie, estop", mientras era arrastrada de los cabellos por un sujeto de anteojos con un traje negro que se movía de forma simiesca babeando una sustancia negra de su boca.

... espejos.

lunes, 27 de julio de 2009

Lo que pasó en México: Paco y los Zombies (I)

México es un país que comparte tres mil kilómetros de frontera con los Estados Unidos, su presidente es lo que comúnmente se considera un "siervo" de los Estados Unidos de América o "Soldado de quinta columna", estudiante en escuelas del país más poderoso del mundo fue adiestrado en el mundo del capitalismo y su lealtad como siempre ha ocurrido está con el país de las barras y las estrellas.

Desde hace tiempo el presidente Perol había sido destinado al desmantelamiento del remanente socialista del petroleo mexicano, aunque infructuosa la tarea, el "Alfil", forma en que era conocido por las grandes agencias norteamericanas había logrado hacerse con el poder y ayudó a desmantelar completamente la industria electrica, permitiendo a sus colegas americanos obtener millonarias cifras mediante contratos ilícitos de explotación de petroleo por compañías del tio Sam.

Así que cuando se enteró de lo que sucedía en Washington, no dudó en irse del país con sus más cercanos colaboradores a Mount Weather donde el presidente de América había sido llevado, lugar donde otros cercanos "colaboradores" algunos presidentes de Latinoamérica, Oriente medio e Israel se refugiarían con un selecto número de cien mil personas en uno de los grandes Bunkers del mundo.

En el puerto de Acapulco, Paco participaba de la recogida de la red de donde miles de peces eran sacados con aglomeraciones de basura que también capturaban animales inservibles en la industria restaurantera como la mantarraya, debido a que era ilegal su captura, algunos pescadores las devolvían al mar, otros se las guardaban, con el permiso del Señor Duarte, el escuálido muchacho ensartó con un alambre cuatro ejemplares que vendería por unos pesos en el mercado junto con unos cuantos pescados que era el único pago que recibía por su duro trabajo en el puerto.

Era un niño huérfano que se pasaba los días pidiendo limosna en las calles cerca de los mercados o "cachando" pequeños trabajos mal pagados en las playas, algunos turistas sexuales como alemanes, españoles y americanos lo mantenían alejado de los perímetros de los hoteles, pues había sufrido abusos sexuales de parte de un gringo luego de que lo reclutaron por la fuerza una banda de ecuatorianos dedicados al lenocinio y el trafico de droga, algunos de sus amigos habían acabado en zonas de tolerancia donde los occidentales se reúnen para sus atroces actos, gracias al conflicto entre las pequeñas bandas y los grandes capos del narco que dominan todo el malecón.

Él fue rescatado por unos Zetas armados con "cuernos de chivo" que penetraron en la casa de seguridad donde tenían a varios niños encadenados, llevándose a los integrantes de la banda, los ecuatorianos aparecerían degollados en la Caleta de Acapulco con mensajes de advertencia adosados a su cuerpos.

Paco no era más que un niño cuya infancia estaba marcada por la desgracia, a la cual hacía la mejor cara mostrando unos cuantos pescados que había vendido por cinco pesos en el mercado con Doña Pancha quien por esa cantidad le daba un taco de arroz con salsa verde y un vaso del Coco que trae su esposo de los cocoteros ilegalmente recojidos en los camellones en las avenidas del puerto. Un taco con su coco, le decía divertida la Pancha, a quien el niño le regresaba una sonrisa franca y "chimuela".

Su vida era un vaivén de desgracias comunes en América latina donde la gran mayoría de las personas viven en la pobreza, por lo que apenas si se enteró cuando el turismo desapareció, sin embargo notó un aterrador cambió en el ambiente y actitud de la gente, la peor noticia fue cuando el presidente, de quien no le conocía ni el nombre, desapareció súbitamente con gran parte de las autoridades y miembros de la ralea política y social, dejando en el caos a la población civil que se enfrentaban con el ejercito por el dominio del gobierno central, mientras los carteles de la droga paseaban por las calles de Acapulco a plena luz del día en convoys interminables mostrando sus cuernos de chivos y portando a la vista de todo mundo sus pistolas bañadas de oro grabadas con el C.G.C y el ZZZ de sus respectivos dominios.

Combates esporádicos se fueron haciendo cotidianos en las cercanías de las playas y en los grandes hoteles, la población estaba asustada y oculta, disturbios por la ciudad habían roto las líneas de abastecimiento de comida, incluso el "generoso" Señor Duarte ya no le permitía hacerse con las mantarrayas que encontraba en las redes, pobladores incluso saqueaban los centros de crianza de tortugas, las miles de personas que trabajaban por salarios mínimos dignos de las más pobres regiones de África continental se desbordaron en un mar de locura asaltando las casas de los ricos y la esporádica clase media, o al menos eso contaron los pescadores a su jefe, algunos dueños de los hoteles habían hecho tratos con el narco para mantenerse protegidos y la iracunda muchedumbre cuya apariencia delataba un anormal comportamiento se desbordaron en la arena abatidos por disparos de cientos de AK-47, granadas y M-16, quien con una brutal sincronicidad se batían en retirada una vez que su número mermó.

Pero con el paso del tiempo era incluso claro para los narcos que algo andaba mal, que la Santa Muerte se había enseñado con ellos, las caravanas de carros blindados se perdieron por la sierra unos días después dejando a su suerte a los temerosos hoteleros que les siguieron por su cuenta.

Oculto en la vieja cisterna del hotel de Pesquería, Paco se refugiaba con el Chico y el Memo otros dos niños de la calle que había conocido en el asalto a una tienda donde la muchedumbre se llevó prácticamente todo lo que encontró, los niños lograron con hacerse con las miserables sobras, que reunieron en bolsas, un sujeto les estuvo a punto de robar el botín hasta darse cuenta de las galletas de animalitos y algunas latas abolladas con comida en conserva no eran de su agrado.

Entre la llegada de la puesta del Sol sobre una oscura y desolada ciudad, los chicos huyeron perseguidos por el sujeto de la tienda, que no encontrando nada que saquear, decidió que la comida que había despreciado podría serle más útil a él que a una panda de mocosos sin hogar.

Misteriosamente Paco y sus amigos desaparecieron cerca de la playa entre los matorrales del los hoteles.

Fue al acercarse el maleante, que Paco por primera vez, vio a aquellos seres, cuyos ojos estaban inyectados de sangre, quienes en masa se abalanzaron en la oscuridad al infortunado individuo al que entre gritos frenéticos de pánico se escuchaba su estructura ósea desmadejarse hasta reventarle la mitad de la columna.

Paco se quedó escondido con su amigos en los matorrales, les indicó a los chicos que no gritaran, ni hicieran ruido, alcanzando el acceso a la vieja cisterna donde se guarecieron, entre Paco y Chico cerraron la pesada cubierta que soltó algunos chirridos, con el subsecuente sonido gutural de aquellas extrañas personas que corrieron hasta el origen del sonido, los tres niños guardaron silencio mientras Paco jalaba el fresnillo lentamente que aseguraba el acceso, siendo abierto con herramientas que únicamente estaban a disposición de plomeros.

Se escucharon algunos golpes en la tapa de piedra asida por metal, pero todos fueron infructuosos intentos por entrar, con la lluvia las criaturas se retiraron atemorizadas por los rayos, probablemente se escucharon disparos, pero la piedra absorbía muy bien el sonido para cerciorase.

Encendiendo una vela, Paco hizo lo mejor que pudo para acomodarse en el seco espacio donde muchas de sus pertenencias se amontonaban, dando unos periódicos a su colegas para que se protegieran del frió, la vieja cisterna estaba hace mucho fuera de servicio y el chico se había asegurado de taponar las entradas de los conductos para evitar que el agua entrara.

Por la mañana al abrir la cisterna, del sujeto que los persiguiera no quedaba más que un manchón de sangre marrón.

Los hoteles estaban vacíos, ni autos, ni personas, ni luz, los chicos jugaron a sus anchas entre los restos abandonados de los cuartos y comedor del hotel, llevaron los artículos que pudieron a la cisterna.

Sucedió cuando entraron en los pisos superiores: Memo entre lagrimas y sollozos corría por el pasillo, mientras Paco y Chico lo veían recorrer a toda prisa en dirección a las escaleras, su brazo sangraba, lo peor sucedió cuando una de esas personas enloquecidas lo seguía de cerca, los chicos se extraviaron entre la maraña de cuartos y luego de encerrase en una de las habitaciones miraron con horror a una turista americana amarrada a la cama del cuarto que se alborotó al ver a los muchachos, Chico agarró la toalla y envolvió el brazo de Memo, los chillidos de la chica atrajeron la atención del sujeto que lo mordiera cuartos atrás, la única posibilidad de escape que encontraron fue tirarse por el cubo de lavandería, Paco fue el primero que calló sobre la ropa del sótano de lavandería, Memo fue el siguiente y Chico que escapó sin una de sus chanclas se lastimó al rozar la pared del tubo de caída de la ropa.

El perseguidor por fortuna era demasiado grande para seguirlos. Memo, todavía lloroso se lavó la mordida con el agua de la pileta, fueron los gritos de esas criaturas bajando por la escalera, lo que hizo que salieran corriendo en dirección a la entrada del edificio, al pasar por el pasillo a la entrada posterior del edificio vieron muchos cuerpos despedazados, Paco observó a Chico meter algo entre sus ropas que le quitó a uno de los muertos, sin detenerse mucho alcanzaron la cisterna y con apuros cerraron la tapa de piedra mientras los gritos se hacían más notorios.

Se quedaron dentro y de noche cubrieron con tela las orillas de la puerta para evitar que la luz de la lampara que consiguieron en el hotel y los quejidos de Memo se notaran.

Memo se encontraba mal sobre su espalda unos abultamientos rojizos aparecieron lentamente y sus ojos fueron inyectándose de rojo, su herida ya no sangraba, los dos chicos decidieron amarrar a su amigo cuando notaron que lo que le pasaba a Memo era exactamente lo mismo que a esas criaturas les sucedió en el hotel, cuando los gritos del chico fueron más brutales, decidieron cubrirle la boca con trapos durante dos días que estuvieron encerrados con Memo fueron testigos de la transformación que una mordida le había heredado a su amigo.

Chico mostró a Paco lo que había robado de un muerto de la playa, entre su vieja sudadera yacía oculta una pistola de escuadra con el cargador lleno, los dos niños miraron a su compañerito retorcerse con su mirada fija en ellos a su vez. Ambos estaban de acuerdo, eso de ahí, no era Memo.