El primer disparo rozó la oreja del que hasta hace no mucho era un niño apodado El Memo, El Chico y Paco decidieron sacarlo de la cisterna y matarlo afuera, pero a Chico se le ocurrió que el ruido de la pistola podría atraer a "los luros", forma en que decidieron apodarlos en franca referencia a una banda de drogadigtos que hasta hace unas dos semana se paseaban por la caleta respirando "activo", decidieron llevarlo a la playa cerca de los despeñaderos donde el ruido del mar al entrar la ola es ensordecedor, pero resultó algo totalmente estúpido, pues un grupo de Luros aparecieron casi de inmediato debido al eco producido por la forma de los despeñaderos, tuvieron que dejar a Memo atado en el suelo, días después salieron de escondite sólo para darse cuenta que Memo los estaba esperando afuera.
Se abalanzó sobre ellos, pero gracias al nudo que le hizo Chico en las manos que permanecían aferradas al tronco de su cuerpo, calló abruptamente, descubriendo que las criaturas no olvidan lugares que habitaron en vida, algo que podría salvarles el pellejo posteriormente, pues al parecer, los Luros siempre regresan a sus casa donde permanecen un tiempo ocultos, el peor lugar donde buscar provisiones.
Notaron además que la luz del Sol molesta a los Luros haciendo que busquen la protección de los edificios.
Chico sabía a su corta edad manejar un arma y en el segundo intento lo llevaron a una playa cercana donde le disparó en la cabeza al pobre infeliz, la impresión fue tal que corrieron a esconderse varios días en la cisterna.
Al salir Memo seguía allí retorciéndose con un hoyo de bala que horadaba su cabeza, pero no había muerto, le dispararon varias veces presas del morbo y dado una semana que lograban esconderse de los Luros el Memo seguía retorciéndose y supurando una sustancia que le cicatrizaba los hoyos de balas.
Decidieron por fin prenderle fuego, pero la tarea fue difícil, al principio usaron varios periódicos pero no se quemó, sin embargo la cuerda de las piernas se carbonizó dejándolo libre, pasaron mucho tiempo arrastrando al muchacho hasta que alcanzaron otra soga.
Los luros no mueren, incluso si les vuelas la cabeza, se siguen moviendo, si no le cortas la cabeza supuran una sustancia que arregla los daños que sufra su cuerpo, Chico fue el primero en ver como le empezó a crecer un ojo donde la primera vez la bala le había atravesado.
Amarrado con un alambre en la mañana del día 7 de Julio a Memo lo quemaron vertiendo el contenido de un bidón de combustible, tardó en quemarse más de media hora hasta que su cuerpo era únicamente carbón.
Paco tomó el hombro de Chico y se retiraron, durante ese día se limitaron a limpiar la cisterna y sacar los cubos llenos de mierda y orín que durante días se fueron acumulando, sólo la dura vida de un niño de la calle conoce esos límites donde otros habrían muerto presas del asco, buscando entre los hoteles de la zona encontraron un par de baños portátiles y algunas chucherías, pilas, lamparas, garrafones de agua, refrescos, varias parrillas inservibles sin electricidad, hasta que encontraron en una camioneta abierta una parrilla solar.
Chico sabía leer y pronto supo como desinfectar el agua con radiación del Sol, mientras Paco pescaba cualquier pez que hincara el diente, La cisterna estaba llena de objetos que le daban una apariencia diferente, habían metido todo lo que podía entrar por la boca de la trampilla.
Pusieron los tapetes de las entradas de los hoteles como piso, conectaron el aire acondicionado que Chico quitó un Trailer gringo y conectó a la batería que consiguieron de un automovil estrellado que removieron con dificultad, y que luego mejorarían adquiriendo varias en un taller de autos cercano abandonado, como todo el puerto y la ciudad circundante, salvo por los Luros que ya no se acercaban a las playas, aunque en las noches podían observar algunos desde los techos de los edificios altos.
Los dos niños ya habían elegido un hotel que no fue atacado por los Luros, ni los saqueadores, pero una vez se aseguraron de que nadie había ingresado, con pintura roja acrílica que encontraron en los sótanos, pintaron las paredes del recibidor con manchas para que pareciera sangre, aunque cuando notaron que no coincidía con el color de otros hoteles atacados, imitaron lo mejor que pudieron el color y textura de las manchas de sangre.
Así cuando los primeros saqueadores llegaron a los hoteles provenientes del norte, todos sin excepción abandonaban sus intentos, fueron llevando la comida a la Cisterna y removieron las armas, porque a Chico se le ocurrió que cualquiera podría usar esas armas para allanar los edificios.
Mantuvieron la maleza de la cisterna a cierta altura porque descubrieron que podría ser perjudicial que los sorprendiera un "Luro".
Todos esto preparativos increíbles para un pequeño, no impidieron que luego de quedarse a pasar el tiempo en un segundo piso del hotel un mes después de que las personas desaparecieran, que durante la llegada de un huracán que oscureció varios días los cielos, los chicos se vieron atrapados en la llamada "temporada de recolección" donde miles de luros se fueron reuniendo a lo largo de las calles y avenidas, miles, llegando desde todos los puntos cardinales corriendo, zarandeándose, se movían y acercaban a las casas, Chico le sugirió a Paco subir pisos más arriba desde donde pudieron darse cuenta del aterrador suceso.
Como cucarachas los miles de luros se precipitaban a las casas recorriendo sus patios arrancando las puertas a fuerza de cientos de individuos que en ocasiones tiraban bardas de ladrillos por el peso, personas que no afectadas por esta locura salían de sus casas y eran tomadas por las criaturas que las desaparecían entre la orgía de manos y ropa sucia oscurecida, Chico notó que la única casa cercana que no atacaban era una estética, donde se detenían al contemplar su reflejo en los espejos que rodeaban el lugar.
Aterrorizados, vieron como el sujeto que los había seguido para robarles la comida, con su tatuajes de pandilla en cada uno de sus brazos, guiaba a los Luros al lugar donde había escuchado a los tres niños arrastrarse y llego para su sorpresa el hombre que mordió al Memo, les indicó la localización de la trampilla, abriéndola de un tirón tres entraron, dos salieron... uno espera.
Los luros nunca olvidan.
Ellos habían notado que el edificio sin saquear estaba deshabitado, por eso lo ignoraron, así como muchos hoteles de aquellos lugares otros por el contrario, donde vieron al hombre que mordió a Memo, fue visitado por cientos de esos monstruos, que para sorpresa de los chicos sacaron a un grupo de personas, uno de ellos era una mujer americana que gritaba a parecer de Paco una frase inentendible: "estop yonie, estop", mientras era arrastrada de los cabellos por un sujeto de anteojos con un traje negro que se movía de forma simiesca babeando una sustancia negra de su boca.
... espejos.
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