Cuando los muertos caminen ¿a donde iras a esconderte?
Ellos van por ti Barbara.

domingo, 23 de agosto de 2009

La primer Ola (II)

Pift!, sonó la pistola del Teniente Ramirez, quien disparó holgadamente siete tiros que impactaron en su blanco sin mucha dificultad, el primero de aquellos pobres diablos saltó por el portón casi hasta increíblemente pararse en la línea de la guía donde se enredo con los cables, la cabeza fue atravesada en el ojo y la nariz por balas 5.56, aunque el retroceso era penoso con el silenciador, sacado de balance por sus otros acompañantes, calló para darse directo en la cabeza que se despedazó como una sandía.

La mujer que le siguió era una oficinista rubia que tenía desgarrada la ropa y el suéter empapado en sangre, sus lentes rojos apenas dejaban ver sus ojos inyectados de sangre, su corbata era de lo más grotesco, apretando anormalmente el cuello. El suboficial Reimond sonrió cuando uno de los senos de la pobre mujer salía colgando entre los jirones.

Le disparó en ambos senos y remató con un tiro en la cabeza que la tiró sobre la barandilla en la que quedó atrapada la corbata, mientras se retorcía en contracciones terribles, la lengua salía amoratada en una pronunciada curva, mientras la saliva espesa y blanca se desliaba lentamente por su garganta.

Reimond ni se inmutó sólo se limitó a señalar con su dedo medio en dirección Ramirez, quien apenas si le puso atención.

Al tercero le atiné a dar en el pecho dos veces, cayó al suelo furioso, el único sonido que se escuchó fue el de sus huesos del brazo derecho romperse.

Quiso volver a retomar el portón, pero sus intentos fueron infructuosos, se abalanzó encolerizado a las piernas de la chica tendida de su corbata sobre las varillas que refuerzan el portón, esta se convulsionó en un rictus de dolor, otros se movieron y mordieron las piernas, hasta que un líquido amarillezco y rojizo salió.

La corbata se soltó y su cuerpo golpeó sobre la muchedumbre, que al quitar los jirones que tenía por ropa, empezaron a devorarle, esta se retorcía hasta que a uno de aquellos infortunados asesinos le soltó una roca grande de pavimento a mitad del tronco, que le desprendió la cabeza y una gran porción de la caja torácica.

Nadie disparaba, contemplado el acto de un grupo de criaturas que ya nunca podrán ser humanas otra vez.

El camarógrafo Tim Stuart no daba crédito, comprobando que la grabación seguía, no pasó mucho hasta que el ruido de un carro desviara a toda esa ingente tras el sonido.

Cuando regresó el Sargento Armando ordenó taponar con los autos de las bodegas los portones, pero al intentar cumplir la orden un grupo de los que quedaron dentro se abalanzó sobre la puerta de la bodega tirándose uno ellos sobre mí, yo alcance a retroceder pero me mordió en el brazo, aunque sus mordidas no atravesaron el traje táctico, Reimond se retiró asustado, porque sólo traía el chaleco antibalas dejando sus brazos al descubierto, dejándome a mí ya uno de los técnicos de la estación a suerte de estas bestias.

La SIG SG se escurrió por el suelo, me deslice empujando frenéticamente cuando uno me aferraba las piernas, hasta que pude incorporarme y salir corriendo, el técnico se subió sobre una Van, pateando o empujando a sus seguidores, uno de ellos tomó el arma e intentó disparar, aunque esta tenía el seguro, el sujeto no reparo en aquel detalle. Entre cuatro del escuadrón abatieron con silenciador a los perseguidores que nos arrinconaron cerca de las escaleras del edificio de mantenimiento, el resto les disparó a quema ropa en la cabeza desde los lados, pero aún seguían moviéndose.

Quemamos sus cuerpos con diésel al interior de la explanada y el intenso olor lanzó una densa capa de humo negro que ennegreció la fachada de una de las bodegas.

Me fui directo sobre el imbécil de Reimon alcanzándole a dar en el estómago con el botín, colérico, intentó darme con su puño izquierdo, pero el Sargento se abalanzó sobre él y otros me aferraron del brazo.

El hijo de perra se limitó a alzar su brazo mientras lanzaba dedicatorias.

Tomé el rifle y noté que la boquilla estaba ligeramente curvada, que suerte.

sábado, 22 de agosto de 2009

La primer Ola

Esteban retiró la mira electrónica de su fusil de asalto SIG SG 550, se había fundido como toda la electrónica de su equipo, el primer tiro lo hizo casi a 500 metros de la camioneta volcada y falló en el blanco, el conductor y el capitán estaban muertos en el frente.

Prosiguieron con su misión y se dirigieron corriendo a la televisora, a 300 metros disparó una ráfaga que poco pudo hacer para detenerles, las balas en las piernas resultaban efectivas para momentáneamente sacarlos de balance, pero gastaban mucha munición. La muchedumbre retrocedía mostrando la sangre inyectada de sus ojos, tirando piedras y objetos que encontraban a su alcance, algunos disparaban sin mucha precisión, en respuesta cada tiro nuestro se concentraba en estos últimos.

Se acantonaron en el portón abierto de la televisora que con dificultades cerraron sin electricidad, muchos de aquella muchedumbre estaban al interior de las instalaciones, pero gracias a sus armas, especialmente diseñadas para el combate a corta distancia, lograron repelerlos, no sin antes obligarlos a salir, tirando entre cuatro de la unidad los cuerpos que quedaban tirados con un tiro en la cabeza.

Jalaron un pequeño remolcador que usaron para mantener fijo el cierre del portón de casi cuatro metros de altura.

Había algunos más en el interior dispersos en un reducido grupo que ultimaron con dificultad por su tendencia a esconderse cuando iban en grupo reducido.

Uno de los empleados de la televisora, la única que mantenía transmisiones en la región salió a recibirlos tras la reja interior cuyo cierre eléctrico había fallado, pero luego de algunos intentos lograron abrir y refugiarse en el edificio principal del complejo de estudios donde se encontraba la antena de transmisión satelital.

Mediante estas antenas y gracias a su construcción de cuarto de Faraday el edificio había soportado el "golpe del pulso" y era de los pocos con electricidad, parecido fue con los equipos de comunicación de la policía, sólo los equipos guardados en las bodegas blindadas habían sobrevivido.

El mismo presidente del país ordenó al grupo táctico ir y proteger a los trabajadores que se hallaban al interior.

El sargento Armando se quitó la careta y el casco dejando un grupo para vigilar las entradas, en los monitores de las estaciones de control reinaba el caos, la comunicación que habían logrado con el gobierno se había cortado y la situación empeoraba para los equipos de camarógrafos y reporteros enviados a cubrir la nota.

Algunos se arremolinaban en cuartos rezando, entregándose a la locura, mientras otros miraban a las paredes vacías reflexionado sobre sus vidas, pero el espectáculo tiene que continuar, un grupo de panelistas debatían acaloradamente el problema al aire, aún cuando poca gente era capas de captarlos.

miércoles, 12 de agosto de 2009

El pozo (I): La pequeña historia de Muttaqi

Muttaqi vive en la periferia de Kabul en afghanistan, su familia murió cuando los norteamericanos invadieron el país, su hermano Amir, se unió a la policía afgana y luego fue enviando a Fort Benning a recibir entrenamiento en la WHISC, cuando regresó se volvió parte de la milicia o escuadrones de la muerte que los Americanos formaron como parte de su guerra de baja intensidad en Kabul hasta lograr el control y desplazamiento de asentamientos talibanes en la región.

Su hermano era amante de los aparatejos americanos que cargaba en su uniforme lleno de bolsas sobre su chaleco antibalas, escuchaba música a todo volumen, mientras vigilaba el exterior del edificio, la derruida casa de Muttaqi en la que vivía sólo tenía una mesa con una silla vieja, algunos mendrugos de pan en una bolsa insalubre fueron lo único que obtuvo de su hermano quien vivía en la zona verde de Kabul y del que poco y nada supo desde que se fue con los infieles y cruzados, como algunos simpatizantes del talibán llamaban mientras en voz baja repetían Allah Akbar.

La primer película que vio en su vida Muttaqi, fue una de Rambo III en el teléfono móvil de su hermano quien pasó toda la noche en el lugar, aunque no entendió nada, fue muy graciosa viendo a un americano desnudo peleando con los talibanes, con los que ahora su hermano lucha.

Usaba la casa para planear sus movimientos sobre la zona y verificar que ningún talibán merodeara, además se dedicaba al asesinato especializado de lideres religiosos y de las tribus.

Amir golpeaba brutalmente a su hermano menor, a veces lo obligaba a recorrer la montaña repleta de casas y señalar con un láser que desmontaba de su M-16, a la posición de una casa sospechosa de tener algún insurgente o por pura diversión, que mediante un bombardeo quirúrgico que dejaba decenas de heridos y varios muertos, habían acabado con grandes porciones de concreto blanco, yacer dispersos sobre los caminos de la montaña.

Las noches eran horrendas, aún sin su hermano cerca, los bombardeos de los talibanes con morteros a veces hacían blanco en una casa ajena al conflicto.

El día que sucedió era un día extraño, denso, húmedo, se sentía un sabor agrio en el ambiente, Amir lo despertó agitándolo violentamente, todo ensangrentado del costado derecho, lo tomó por el brazo y arrastró varios metros hasta salir por la casa colindante en ruinas, escalando el hoyo en el techo, le tapó la boca y se sentó sobre su pecho, sacó una aguja que le inyectó sin mucha precisión en el brazo, apretó y el líquido oscuro entró muy rápida y dolorosamente en el torrente sanguíneo.

Muttaqi le mordió la mano que llevaba un guante de cuero para fijar correctamente su rifle, Amir sonrió y le dijo que se escondiera y no saliera durante seis lunas y a la séptima se internara en dirección a Hindu Kush y se quedara en los pasajes que construyeron los americanos por donde enviaban las AK-47 y morteros a través de Pakistán al Talibán contra los Rusos.

Dejando caer su bolsa militar de provisiones que hizo que el chico agarrara, llevándose la mano a uno de sus bolsillos, sacó una libretita escrita en pashto, uno de los idiomas afganos y le dijo que la entregara a Khan Abdali.

La escalera al primer piso de esta vivienda estaba derruida y sólo era accesible escalando, ayudándole a subir le dijo que no saliera.

Sacó su Glock y mirando su comunicador salió por el muro de la casa, Muttaqi vio a soldados Americanos dirigirse en sus HMMWV en dirección a donde su hermano corría y varios balazos se sucedían, el chico solo atinó a tirarse pecho tierra.

Mientras se alejaba Amir sonreía a un oficial adjunto de la CIA y los soldado del vehículo en perfecto inglés:

-Te dije que lo haría, ahora, no iremos nosotros.*

martes, 28 de julio de 2009

Lo que pasó después en México: Paco y Los zombies (II)

El primer disparo rozó la oreja del que hasta hace no mucho era un niño apodado El Memo, El Chico y Paco decidieron sacarlo de la cisterna y matarlo afuera, pero a Chico se le ocurrió que el ruido de la pistola podría atraer a "los luros", forma en que decidieron apodarlos en franca referencia a una banda de drogadigtos que hasta hace unas dos semana se paseaban por la caleta respirando "activo", decidieron llevarlo a la playa cerca de los despeñaderos donde el ruido del mar al entrar la ola es ensordecedor, pero resultó algo totalmente estúpido, pues un grupo de Luros aparecieron casi de inmediato debido al eco producido por la forma de los despeñaderos, tuvieron que dejar a Memo atado en el suelo, días después salieron de escondite sólo para darse cuenta que Memo los estaba esperando afuera.

Se abalanzó sobre ellos, pero gracias al nudo que le hizo Chico en las manos que permanecían aferradas al tronco de su cuerpo, calló abruptamente, descubriendo que las criaturas no olvidan lugares que habitaron en vida, algo que podría salvarles el pellejo posteriormente, pues al parecer, los Luros siempre regresan a sus casa donde permanecen un tiempo ocultos, el peor lugar donde buscar provisiones.

Notaron además que la luz del Sol molesta a los Luros haciendo que busquen la protección de los edificios.

Chico sabía a su corta edad manejar un arma y en el segundo intento lo llevaron a una playa cercana donde le disparó en la cabeza al pobre infeliz, la impresión fue tal que corrieron a esconderse varios días en la cisterna.

Al salir Memo seguía allí retorciéndose con un hoyo de bala que horadaba su cabeza, pero no había muerto, le dispararon varias veces presas del morbo y dado una semana que lograban esconderse de los Luros el Memo seguía retorciéndose y supurando una sustancia que le cicatrizaba los hoyos de balas.

Decidieron por fin prenderle fuego, pero la tarea fue difícil, al principio usaron varios periódicos pero no se quemó, sin embargo la cuerda de las piernas se carbonizó dejándolo libre, pasaron mucho tiempo arrastrando al muchacho hasta que alcanzaron otra soga.

Los luros no mueren, incluso si les vuelas la cabeza, se siguen moviendo, si no le cortas la cabeza supuran una sustancia que arregla los daños que sufra su cuerpo, Chico fue el primero en ver como le empezó a crecer un ojo donde la primera vez la bala le había atravesado.

Amarrado con un alambre en la mañana del día 7 de Julio a Memo lo quemaron vertiendo el contenido de un bidón de combustible, tardó en quemarse más de media hora hasta que su cuerpo era únicamente carbón.

Paco tomó el hombro de Chico y se retiraron, durante ese día se limitaron a limpiar la cisterna y sacar los cubos llenos de mierda y orín que durante días se fueron acumulando, sólo la dura vida de un niño de la calle conoce esos límites donde otros habrían muerto presas del asco, buscando entre los hoteles de la zona encontraron un par de baños portátiles y algunas chucherías, pilas, lamparas, garrafones de agua, refrescos, varias parrillas inservibles sin electricidad, hasta que encontraron en una camioneta abierta una parrilla solar.

Chico sabía leer y pronto supo como desinfectar el agua con radiación del Sol, mientras Paco pescaba cualquier pez que hincara el diente, La cisterna estaba llena de objetos que le daban una apariencia diferente, habían metido todo lo que podía entrar por la boca de la trampilla.

Pusieron los tapetes de las entradas de los hoteles como piso, conectaron el aire acondicionado que Chico quitó un Trailer gringo y conectó a la batería que consiguieron de un automovil estrellado que removieron con dificultad, y que luego mejorarían adquiriendo varias en un taller de autos cercano abandonado, como todo el puerto y la ciudad circundante, salvo por los Luros que ya no se acercaban a las playas, aunque en las noches podían observar algunos desde los techos de los edificios altos.

Los dos niños ya habían elegido un hotel que no fue atacado por los Luros, ni los saqueadores, pero una vez se aseguraron de que nadie había ingresado, con pintura roja acrílica que encontraron en los sótanos, pintaron las paredes del recibidor con manchas para que pareciera sangre, aunque cuando notaron que no coincidía con el color de otros hoteles atacados, imitaron lo mejor que pudieron el color y textura de las manchas de sangre.

Así cuando los primeros saqueadores llegaron a los hoteles provenientes del norte, todos sin excepción abandonaban sus intentos, fueron llevando la comida a la Cisterna y removieron las armas, porque a Chico se le ocurrió que cualquiera podría usar esas armas para allanar los edificios.

Mantuvieron la maleza de la cisterna a cierta altura porque descubrieron que podría ser perjudicial que los sorprendiera un "Luro".

Todos esto preparativos increíbles para un pequeño, no impidieron que luego de quedarse a pasar el tiempo en un segundo piso del hotel un mes después de que las personas desaparecieran, que durante la llegada de un huracán que oscureció varios días los cielos, los chicos se vieron atrapados en la llamada "temporada de recolección" donde miles de luros se fueron reuniendo a lo largo de las calles y avenidas, miles, llegando desde todos los puntos cardinales corriendo, zarandeándose, se movían y acercaban a las casas, Chico le sugirió a Paco subir pisos más arriba desde donde pudieron darse cuenta del aterrador suceso.

Como cucarachas los miles de luros se precipitaban a las casas recorriendo sus patios arrancando las puertas a fuerza de cientos de individuos que en ocasiones tiraban bardas de ladrillos por el peso, personas que no afectadas por esta locura salían de sus casas y eran tomadas por las criaturas que las desaparecían entre la orgía de manos y ropa sucia oscurecida, Chico notó que la única casa cercana que no atacaban era una estética, donde se detenían al contemplar su reflejo en los espejos que rodeaban el lugar.

Aterrorizados, vieron como el sujeto que los había seguido para robarles la comida, con su tatuajes de pandilla en cada uno de sus brazos, guiaba a los Luros al lugar donde había escuchado a los tres niños arrastrarse y llego para su sorpresa el hombre que mordió al Memo, les indicó la localización de la trampilla, abriéndola de un tirón tres entraron, dos salieron... uno espera.

Los luros nunca olvidan.

Ellos habían notado que el edificio sin saquear estaba deshabitado, por eso lo ignoraron, así como muchos hoteles de aquellos lugares otros por el contrario, donde vieron al hombre que mordió a Memo, fue visitado por cientos de esos monstruos, que para sorpresa de los chicos sacaron a un grupo de personas, uno de ellos era una mujer americana que gritaba a parecer de Paco una frase inentendible: "estop yonie, estop", mientras era arrastrada de los cabellos por un sujeto de anteojos con un traje negro que se movía de forma simiesca babeando una sustancia negra de su boca.

... espejos.

lunes, 27 de julio de 2009

Lo que pasó en México: Paco y los Zombies (I)

México es un país que comparte tres mil kilómetros de frontera con los Estados Unidos, su presidente es lo que comúnmente se considera un "siervo" de los Estados Unidos de América o "Soldado de quinta columna", estudiante en escuelas del país más poderoso del mundo fue adiestrado en el mundo del capitalismo y su lealtad como siempre ha ocurrido está con el país de las barras y las estrellas.

Desde hace tiempo el presidente Perol había sido destinado al desmantelamiento del remanente socialista del petroleo mexicano, aunque infructuosa la tarea, el "Alfil", forma en que era conocido por las grandes agencias norteamericanas había logrado hacerse con el poder y ayudó a desmantelar completamente la industria electrica, permitiendo a sus colegas americanos obtener millonarias cifras mediante contratos ilícitos de explotación de petroleo por compañías del tio Sam.

Así que cuando se enteró de lo que sucedía en Washington, no dudó en irse del país con sus más cercanos colaboradores a Mount Weather donde el presidente de América había sido llevado, lugar donde otros cercanos "colaboradores" algunos presidentes de Latinoamérica, Oriente medio e Israel se refugiarían con un selecto número de cien mil personas en uno de los grandes Bunkers del mundo.

En el puerto de Acapulco, Paco participaba de la recogida de la red de donde miles de peces eran sacados con aglomeraciones de basura que también capturaban animales inservibles en la industria restaurantera como la mantarraya, debido a que era ilegal su captura, algunos pescadores las devolvían al mar, otros se las guardaban, con el permiso del Señor Duarte, el escuálido muchacho ensartó con un alambre cuatro ejemplares que vendería por unos pesos en el mercado junto con unos cuantos pescados que era el único pago que recibía por su duro trabajo en el puerto.

Era un niño huérfano que se pasaba los días pidiendo limosna en las calles cerca de los mercados o "cachando" pequeños trabajos mal pagados en las playas, algunos turistas sexuales como alemanes, españoles y americanos lo mantenían alejado de los perímetros de los hoteles, pues había sufrido abusos sexuales de parte de un gringo luego de que lo reclutaron por la fuerza una banda de ecuatorianos dedicados al lenocinio y el trafico de droga, algunos de sus amigos habían acabado en zonas de tolerancia donde los occidentales se reúnen para sus atroces actos, gracias al conflicto entre las pequeñas bandas y los grandes capos del narco que dominan todo el malecón.

Él fue rescatado por unos Zetas armados con "cuernos de chivo" que penetraron en la casa de seguridad donde tenían a varios niños encadenados, llevándose a los integrantes de la banda, los ecuatorianos aparecerían degollados en la Caleta de Acapulco con mensajes de advertencia adosados a su cuerpos.

Paco no era más que un niño cuya infancia estaba marcada por la desgracia, a la cual hacía la mejor cara mostrando unos cuantos pescados que había vendido por cinco pesos en el mercado con Doña Pancha quien por esa cantidad le daba un taco de arroz con salsa verde y un vaso del Coco que trae su esposo de los cocoteros ilegalmente recojidos en los camellones en las avenidas del puerto. Un taco con su coco, le decía divertida la Pancha, a quien el niño le regresaba una sonrisa franca y "chimuela".

Su vida era un vaivén de desgracias comunes en América latina donde la gran mayoría de las personas viven en la pobreza, por lo que apenas si se enteró cuando el turismo desapareció, sin embargo notó un aterrador cambió en el ambiente y actitud de la gente, la peor noticia fue cuando el presidente, de quien no le conocía ni el nombre, desapareció súbitamente con gran parte de las autoridades y miembros de la ralea política y social, dejando en el caos a la población civil que se enfrentaban con el ejercito por el dominio del gobierno central, mientras los carteles de la droga paseaban por las calles de Acapulco a plena luz del día en convoys interminables mostrando sus cuernos de chivos y portando a la vista de todo mundo sus pistolas bañadas de oro grabadas con el C.G.C y el ZZZ de sus respectivos dominios.

Combates esporádicos se fueron haciendo cotidianos en las cercanías de las playas y en los grandes hoteles, la población estaba asustada y oculta, disturbios por la ciudad habían roto las líneas de abastecimiento de comida, incluso el "generoso" Señor Duarte ya no le permitía hacerse con las mantarrayas que encontraba en las redes, pobladores incluso saqueaban los centros de crianza de tortugas, las miles de personas que trabajaban por salarios mínimos dignos de las más pobres regiones de África continental se desbordaron en un mar de locura asaltando las casas de los ricos y la esporádica clase media, o al menos eso contaron los pescadores a su jefe, algunos dueños de los hoteles habían hecho tratos con el narco para mantenerse protegidos y la iracunda muchedumbre cuya apariencia delataba un anormal comportamiento se desbordaron en la arena abatidos por disparos de cientos de AK-47, granadas y M-16, quien con una brutal sincronicidad se batían en retirada una vez que su número mermó.

Pero con el paso del tiempo era incluso claro para los narcos que algo andaba mal, que la Santa Muerte se había enseñado con ellos, las caravanas de carros blindados se perdieron por la sierra unos días después dejando a su suerte a los temerosos hoteleros que les siguieron por su cuenta.

Oculto en la vieja cisterna del hotel de Pesquería, Paco se refugiaba con el Chico y el Memo otros dos niños de la calle que había conocido en el asalto a una tienda donde la muchedumbre se llevó prácticamente todo lo que encontró, los niños lograron con hacerse con las miserables sobras, que reunieron en bolsas, un sujeto les estuvo a punto de robar el botín hasta darse cuenta de las galletas de animalitos y algunas latas abolladas con comida en conserva no eran de su agrado.

Entre la llegada de la puesta del Sol sobre una oscura y desolada ciudad, los chicos huyeron perseguidos por el sujeto de la tienda, que no encontrando nada que saquear, decidió que la comida que había despreciado podría serle más útil a él que a una panda de mocosos sin hogar.

Misteriosamente Paco y sus amigos desaparecieron cerca de la playa entre los matorrales del los hoteles.

Fue al acercarse el maleante, que Paco por primera vez, vio a aquellos seres, cuyos ojos estaban inyectados de sangre, quienes en masa se abalanzaron en la oscuridad al infortunado individuo al que entre gritos frenéticos de pánico se escuchaba su estructura ósea desmadejarse hasta reventarle la mitad de la columna.

Paco se quedó escondido con su amigos en los matorrales, les indicó a los chicos que no gritaran, ni hicieran ruido, alcanzando el acceso a la vieja cisterna donde se guarecieron, entre Paco y Chico cerraron la pesada cubierta que soltó algunos chirridos, con el subsecuente sonido gutural de aquellas extrañas personas que corrieron hasta el origen del sonido, los tres niños guardaron silencio mientras Paco jalaba el fresnillo lentamente que aseguraba el acceso, siendo abierto con herramientas que únicamente estaban a disposición de plomeros.

Se escucharon algunos golpes en la tapa de piedra asida por metal, pero todos fueron infructuosos intentos por entrar, con la lluvia las criaturas se retiraron atemorizadas por los rayos, probablemente se escucharon disparos, pero la piedra absorbía muy bien el sonido para cerciorase.

Encendiendo una vela, Paco hizo lo mejor que pudo para acomodarse en el seco espacio donde muchas de sus pertenencias se amontonaban, dando unos periódicos a su colegas para que se protegieran del frió, la vieja cisterna estaba hace mucho fuera de servicio y el chico se había asegurado de taponar las entradas de los conductos para evitar que el agua entrara.

Por la mañana al abrir la cisterna, del sujeto que los persiguiera no quedaba más que un manchón de sangre marrón.

Los hoteles estaban vacíos, ni autos, ni personas, ni luz, los chicos jugaron a sus anchas entre los restos abandonados de los cuartos y comedor del hotel, llevaron los artículos que pudieron a la cisterna.

Sucedió cuando entraron en los pisos superiores: Memo entre lagrimas y sollozos corría por el pasillo, mientras Paco y Chico lo veían recorrer a toda prisa en dirección a las escaleras, su brazo sangraba, lo peor sucedió cuando una de esas personas enloquecidas lo seguía de cerca, los chicos se extraviaron entre la maraña de cuartos y luego de encerrase en una de las habitaciones miraron con horror a una turista americana amarrada a la cama del cuarto que se alborotó al ver a los muchachos, Chico agarró la toalla y envolvió el brazo de Memo, los chillidos de la chica atrajeron la atención del sujeto que lo mordiera cuartos atrás, la única posibilidad de escape que encontraron fue tirarse por el cubo de lavandería, Paco fue el primero que calló sobre la ropa del sótano de lavandería, Memo fue el siguiente y Chico que escapó sin una de sus chanclas se lastimó al rozar la pared del tubo de caída de la ropa.

El perseguidor por fortuna era demasiado grande para seguirlos. Memo, todavía lloroso se lavó la mordida con el agua de la pileta, fueron los gritos de esas criaturas bajando por la escalera, lo que hizo que salieran corriendo en dirección a la entrada del edificio, al pasar por el pasillo a la entrada posterior del edificio vieron muchos cuerpos despedazados, Paco observó a Chico meter algo entre sus ropas que le quitó a uno de los muertos, sin detenerse mucho alcanzaron la cisterna y con apuros cerraron la tapa de piedra mientras los gritos se hacían más notorios.

Se quedaron dentro y de noche cubrieron con tela las orillas de la puerta para evitar que la luz de la lampara que consiguieron en el hotel y los quejidos de Memo se notaran.

Memo se encontraba mal sobre su espalda unos abultamientos rojizos aparecieron lentamente y sus ojos fueron inyectándose de rojo, su herida ya no sangraba, los dos chicos decidieron amarrar a su amigo cuando notaron que lo que le pasaba a Memo era exactamente lo mismo que a esas criaturas les sucedió en el hotel, cuando los gritos del chico fueron más brutales, decidieron cubrirle la boca con trapos durante dos días que estuvieron encerrados con Memo fueron testigos de la transformación que una mordida le había heredado a su amigo.

Chico mostró a Paco lo que había robado de un muerto de la playa, entre su vieja sudadera yacía oculta una pistola de escuadra con el cargador lleno, los dos niños miraron a su compañerito retorcerse con su mirada fija en ellos a su vez. Ambos estaban de acuerdo, eso de ahí, no era Memo.

miércoles, 3 de junio de 2009

Lo que ví ese día

Colbert era un tipo alto, al que no quieres encontrar en la calle, si es que conoces en lo que trabaja, su nombre es un mote que le han puesto por sus curiosas anécdotas, por lo demás es un desgraciado engreído.

Las luces de presión chisporroteaban sonidos electrónicos, indicando que las entradas de las escaleras están llenas, al menos Solitario George estaba dentro, había obtenido "su pase" sin ser específicamente un mercenario sin escrúpulos, pero tenía su historia.

No veía a nadie más en la planta, quizás alguien en los pisos inferiores de este viejo silo de misiles de la guerra fria, que fue adaptado para operaciones de inteligencia . Salvo por las modernas pantallas de plasma del centro, el equipo estándar procedía de los 70s.

Solitario se sentó en la silla reclinable pesadamente, Colbert veía el monitor atento a los sucesos, aunque la cámara no reflejaba nada.
Este bunker tenía unos sistemas resistentes al EMP o Pulso Electromagnético, conectado por una maraña de cables coaxiales de diversos tipos que disipaba el impulso eléctrico y habitaciones de Faraday que protegían la infraestructura informática del edificio.

Al menos su Ipod estará intacto, Colbert miraba su reloj mecánico con insistencia mientras vigilaba los monitores.

Solitario no entendía porqué todo ese equipo viejo estaba operativo en aquel instante o que utilidad tenía frente a la tecnología del más básico de los bunkers.

Sacó su lector digital y continuó leyendo el informe que recuperó de periodista del Daily a quien no tuvo tiempo de interrogar en su intempestiva huida cuando la llamada ocurrió, compuesto de una sucesión de fotografías tomadas, usando el Zoom digital se detenía a analizar los detalles de la foto de una alta resolución que había sido realizada con filtros infrarrojos para detectar detalles ocultos:

A. J. Sherman:

"... La formación de tejido neuronal, es desatado indirectamente por las modificaciones del RNA que porta el vector vírico, cuya única función es insertar un código genético que a partir de una sola célula puede generar tejidos complejos por un proceso sólo entendible por su similitud con el cáncer, que crece sin cesar a partir del mismo tejido nervioso del huésped, esto ocurre en diversas partes de la columna, el hipotálamo y el páncreas, aunque se ha sido localizado en tejido muscular...

Luego parece replicar el proceso neuronal, algunas secciones como la hipófisis adquieren una inusual actividad, la adenohipófisis comienza, inducida por la primera, a secretar Tirotropina, el resultado es una voz ronca las primeras doce horas producto del anormal crecimiento de la tiroides...

El lóbulo frontal y temporal se desintegra gradualmente, el líquido cerebroespinal trasporta millones de las células adulteradas en cuestión de horas, en las primeras tres horas los individuos presentan comportamientos agresivos... no hay presencia de anticuerpos... se vuelven paranoicos, psicóticos...

[...] el individuo se vuelve portador del virus que se produce en el páncreas, que secreta por la piel y sus líquidos salivales [...]

No entendía los términos entre palabras, había muchos fragmentos con marcador de seguridad, lo que indicaba que era información archivada por lo menos un año si es que la fecha del robo de la información era correcta, como usualmente ocurre en informes de alta seguridad o "Sólo para sus ojos", aunque no reconocía el escudo.

De repente, la luz se apagó, aunque los viejos monitores y luces de los páneles de control seguían inmutables, Colbert se volteó y clavó su mirada con una sonrisa de oreja a oreja, las pantallas ultramodernas OLED se fundieron en un instante, pero el viejo cinescópio de fosforo de un grueso vidrio, permanecía mostrando el exterior con una cámara igualmente inmune al pulso, Solitario George se daba cuenta que su Ipod, con todos los datos que había recabado, se había fundido irremediablemente, la guerra había comenzado.

lunes, 20 de abril de 2009

El complot... lo que viene

Solitario George se dirigió a la verja oculta entre arbustos ocres, se tenía que dar prisa, su precioso Mustang clasico 1967 de color negro mostraba sendos boquetes del lado derecho, sus cristales eran de un verdoso claro indicativo de un ligero blindaje.

Pensó en romper el candado a disparos, pero eso hubiese sido demasiado peligroso, las calles estaban desiertas y silenciosas lo que hubiera alertado a sus seguidores, pensó en amarrar un cable a la defensa del carro, pero eso dejaría descubierta la entrada.

Buscó desesperadamente entre los asientos y guantera, pero no había nada con que abrir la cajuela que doblada por impactos de una escopeta no se abría.

Todavía no se prendían las luces del alumbrado público, pero sabia que había cámaras y sistemas de seguridad, conocía los puntos ciegos de cada uno, la forma en que las compañías de seguridad las ubicaban, los espejos, los sensores, generalmente sin guardias que eran centralizados en empresas de seguridad, en vez de enfocarse en las casas o sus garajes, localizó en el patio de una de las casa un pequeño almacén de madera para las herramientas de los empleados mexicanos que tenían algunos de estos ricachuelos para cuidar el césped.

Rompió fácilmente el candado, localizó varios candidatos a abrirle el maletero, conformándose con desmontar los tubos de la agarradera de la podadora asida con tornillos, jalo hasta que cedió y de un fuerte tirón separó los tubos unidos por el asa.

Sintió un fuerte golpe que le cimbró de los pies a la cabeza, cayendo pesadamente entre los cachibaches del sitio, el cuidador mexicano, hablando en su inentendible español, le sentó un derechazo al estómago gritando e insultando, fue difícil incorporarse, tuvo que luchar sólo para salir del pequeño almacén y midiendo 1.80m ese pequeño hombre lo zarandeaba con sus brazos que apenas si lucían, pero como solía ver en las peleas de Box en el Cesar Palace en las Vegas, estos mexicanos de pueblitos marginales tenían un gancho y dureza natural temible.

Ante la paliza no dudo en cortarle la garganta de tajo en un movimiento rápido cuanto tuvo la oportunidad, cosa que proyectó al sujeto al piso, mientras los ladridos de los perros iban apareciendo en las vallas cercanas, el  hombre todavía le lanzo un par de patadas antes de someterlo y quebrarle el cuello.

Adolorido, tomo la varilla y se dirigió al lugar donde su Mustang se encontraba, casi doblada, logró abrirle el maletero, buscó en la oscuridad y sacó la llave, el cerrojo no cedió con facilidad gracias a la herrumbre en su "acero inoxidable", metió el carro empujándolo y cerro la verja cuidando de poner los arbustos en su sitio.

Metió además una cadena nueva que tenia en su maletero asegurando sólidamente la parte superior de la reja.

En la caja de herramientas del maletero había una bolsa, notó que la electricidad disminuía, incluso esperaba que las cámaras protegidas por elaborados sistemas de tierra se fundirían cuando el pulso se disipara en la estratosfera, abrió un garaje en el patio rodeado por enredaderas, escuchó los pasos de alguien, sin titubear se encerró poniendo los seguros, se puso un traje de plástico que envolvía todo su cuerpo, cubrió su cara con una mascara con filtros biológicos.

Quito un tapete que ocultaba una entrada de piedra muy pesada con bisagras de metal en el suelo, misma que jaló sin mucha dificultad gracias a un mecanismo neumático que poseía, donde una escalera se perdía en las oscuridad.

Un sonido, como un aullido de una bestia se escuchó en la verja, llamando su atención, la malla de acero era agitada con frenética labor, Solitario George se apresuró tomando varios objetos y metiéndolos en la bolsa.

El gas ya estaba enrareciendo la atmósfera, casi por los pelos logró entrar por la abertura del suelo, cerrando la entrada, recorriendo el seguro que tenía la cubierta.

Al llegar al fondo pulsó un botón de plástico que lanzó un liquido incoloro y espuma que bajó por las paredes, llegó a una puerta al final del pasillo con aislante plástico como las que encontraría en los submarinos con un mecanismo de apertura circular.

Un ascensor era lo único que podía verse, el agua empezó a inundar la sala así que se apresuró a cerrar el acceso, el ascensor lo llevaría a una sala de desinfección que le tiró líquidos en suspensión, tirando su traje en un compartimiento.

Colbert, su contacto, se encontraba del otro lado con su mirada burlona que siempre Solitario le odió.

Al fondo una decena de pantallas conectadas a las cámaras externas mostraban imágenes difíciles de creer si Solitario George no hubiera visto cosas parecidas con anterioridad.

El nuevo 11 de Septiempre se mostraba en la pantalla y él volvería a hacer de las suyas.